El término "eje cerebro-intestino" se refiere a la comunicación bidireccional constante entre el aparato gastrointestinal y el cerebro.
La idea de que el intestino influye en el cerebro y, por lo tanto, también en el comportamiento, se comprende y acepta ampliamente. El concepto ha entrado en el lenguaje cotidiano con términos como "sensación intestinal", "visceral" y "mariposas en el estómago". A pesar de esto, los científicos hace poco han comenzado a descubrir los mecanismos detrás del eje cerebro-intestino. Esta vinculación en la comunicación es el centro de una nueva área de investigación: la neurogastroenterología.
La evidencia creciente sugiere que los microbios intestinales ayudan a dar forma al desarrollo neuronal normal, a la bioquímica cerebral y al comportamiento.1 En particular, la flora intestinal está surgiendo como un nodo clave en la comunicación entre el intestino y el cerebro. Esto ha llevado a la creación de un nuevo término: eje cerebro-intestino-flora.
La alteración de la flora intestinal a través de intervenciones nutricionales tiene el potencial de facilitar la intercomunicación entre el intestino y el cerebro e incluso podría alterar el comportamiento y el estado de ánimo.
Las investigaciones han demostrado muchos vínculos entre las bacterias intestinales y afecciones como la obesidad, la enfermedad de Alzheimer y la ansiedad en las mascotas.2-4 Esta última es importante porque hasta el 70 % de los trastornos conductuales en perros se pueden atribuir a alguna forma de ansiedad.5
La función del médico general veterinario en la identificación y el tratamiento de los problemas de comportamiento de sus pacientes, como la ansiedad, es fundamental.6
Es posible que los dueños de mascotas no reconozcan todos los signos de miedo y ansiedad, o que solo se comuniquen una vez que el problema haya llegado al punto de crisis.7
Se ha demostrado que una cepa de bacterias, la Bifidobacterium longum (B. longum BL999), ayuda a los perros a mantener un comportamiento sereno.
En un estudio ciego y cruzado, los científicos de Purina descubrieron que los perros que recibieron un suplemento con una cepa específica de Bifidobacterium longum (BL999) mostraron reducciones significativas de varios comportamientos ansiosos en comparación con el grupo de placebo. La mayoría de los perros que recibieron suplemento de BL999 mostraron menores frecuencias cardíacas y niveles de cortisol en la saliva. Desde un punto de vista conductual y fisiológico, B. longum BL999 tuvo efectos reductores de la ansiedad en perros ansiosos.